viernes, 16 de agosto de 2013

Sombras en la noche

Eran dos desconocidos que el azar había unido y la noche los cubría y los mantenía en el anonimato. Sus manos empezaron a rozar sus cuerpos, suave y lentamente. Sus cuerpos muy cerca el uno del otro, sus corazones latiendo fuerte y sin aliento. El deseo acabo consumiéndolos y las suaves caricias y esa timidez inicial desparecieron dando lugar a una pasión sin censura. Sus manos recorrían mí cuerpo y me apretaban fuertemente de espaldas contra la pared. Sus dientes y su lengua sobre mi cuello me estremecían y me daban muestras de su deseo de querer poseerme ahí mismo.

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